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Un giro de 360º

  • Admin
  • 11 jun 2022
  • 3 Min. de lectura

Catalina Oyarzún.


No diría que 360º, porque significa volver al punto inicial, más diría que un giro de 180º, pero así no es la frase. Pero si yo fuera un círculo, serías mis otros 180º. Diría que un círculo porque se le pueden dar vueltas y vueltas, y bueno, así somos. Es fundamental para nosotras darle vueltas a los asuntos que no valen la pena darle vueltas. Pero bueno, dejaré de darle vueltas a lo que no tiene tanta importancia y comenzaré con lo que tenía que comenzar.


Recuerdo aquel 27 de febrero de 2019, un rostro desconocido subiendo las escaleras para dirigirte a la escandalosa sala de primero medio. Tenías cara de asustada.


Yo tenía mi grupo y tú el tuyo, o algo así. Las primeras veces que hablamos fue para unas dudas de tareas, pruebas, entre otros temas de ese estilo. Comenzamos a acercarnos por eso mismo, hasta que empezamos a agarrar más confianza. Lo que nos unió más fue que ambas estábamos fatal psicológicamente en primero medio, éramos puro caos. Nos ayudamos muchísimo mutuamente, pero no sé, como que no lográbamos encajar bien. Sentía que yo no era yo, ni que tú eras tú.


Al terminar el 2019, no hablamos más hasta la vuelta a clases, donde te di la espalda. Recuerdo que incluso casi se me pasa tu cumpleaños. Hasta el día de hoy, sigo arrepentida por el daño que te hice sin darme cuenta. Te pedí disculpas varias veces, y aunque me digas que ya pasó, la culpa sigue ahí. Las pocas semanas que tuvimos de clases, hablamos muy poco. Pero bueno, llegó algo que nadie se esperaba. La pandemia.


Nuevamente, de la misma manera nos volvimos a acercar, preguntando por tareas. Pasaban los días, los meses, y algo había cambiado. Era como si hubiésemos evolucionado radicalmente, como que nos sacaron pedazos complementarios en los cuales encajamos una con la otra.


Cuando realmente fue el boom de nuestra amistad, fue cuando tuvimos que hacer un video a 2 metros de distancia sobre un libro de lenguaje. Hace mucho tiempo no hacía vida social. Nuestro chat comenzó a pasar de puras fotos de ejercicios de matemáticas, ciencias, apuntes de historia, a pantallazos de copuchas. También hablábamos de cómo nos sentíamos, de cómo cada vez la cuarentena nos hundía más y más.


Después comenzamos a salir a trotar, a hacer ejercicio, porque la verdad hacía mucha falta. Pero diría que lo que más nos unió, fue que podíamos conversar de chicos y sobre el “amor”. Nos contábamos el más mínimo detalle de las cosas, de lo que nos emocionaba, lo que nos daba vuelta, lo que nos hacía sentir mal. Dos chicas bobas cegadas por relaciones tóxicas, excelente combinación.


Pasamos todo el verano juntas. Nos hicimos inseparables. Tanto que se nos sincronizó nuestra regla, y nos empezamos a creer que creamos un ciclo en nuestras relaciones, cuando tu peleabas con tu ex, yo estaba bien con el mío, y viceversa. Era muy loco. Y así se nos fue el verano 2021, en el cual me di cuenta que nunca más encajaré de nuevo con alguien como tú.


Recuerdo que alguna que otra vez me comentaste que tenías miedo de que cuando volviéramos a clases presenciales nos separaríamos de nuevo. Yo estaba segurísima que eso no sería así. De hecho nos acercamos más


A veces siento como si fueras mi mamá, me cuidas muchísimo, si estoy ciega en algo, me lo harás saber hasta el cansancio. Eres como esa mamá preocupada de si comí bien, o cuantas horas dormí. Ese repetido “Cata sal de ahí”. Me conoces hasta lo más profundo de mi ser, y por más que trate de disimular mi estado de ánimo siempre viene ese “Cata te pasa algo”.


No sabría explicarte cómo me has ayudado hasta en lo que pensé que nadie podría. Cuando se separaron mis papás, me ofreciste hasta un techo y una cama. Yo no quería tocar mi casa, me acompañabas hasta el anochecer en la calle. Me prestaste completamente tu hombro. Me secaste las lágrimas. Se desplomó mi mundo entero y me ayudaste a levantarme, a comenzar de cero. Y espero haberte ayudado también.


Si pudiera hablar de dependencia emocional, creo que me referiría a ti. Si te tengo, no necesito a nadie más. Creo que sin ti no sobrevivo, Fernanda Pizarro.


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