Ramo de flores
- Admin
- 11 jun 2022
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Ignacia Díaz.
Esto es lo único que recuerdo de ti. No me pidas mucho, solo teníamos 7 años.
Desde el momento en que entré a tu casa, supe que éramos diferentes. Las paredes y los muebles eran blancos, y todo olía a limpio. Me pediste que me quitara los zapatos para mantener tu casa pura e inmaculada. Pronto empiezo a sentir un olor a chocolate; tu mamá nos esperaba con brownies. De estos caía chocolate derretido por los lados, pues estaban recién salidos del horno. Recuerdo incluso haberme llevado varios a mi casa, envueltos en una servilleta. Eran los más deliciosos y perfectamente cocinados que había comido jamás.
Fuimos a jugar afuera, y en un momento me volteo y ahí estás, con tus manos pequeñas, pálidas y delicadas, pero ahora llenas de tierra, extendiendo hacia mí un ramo de flores moradas y blancas, de arbusto salvaje. Eran preciosas.
“Para ti”, me dijiste. “Sé que no estás pasando por un buen momento, así que quiero que tengas esto”, y llenaste con una sonrisa tu cara con pecas y ojos claros envuelta por cabellos de oro, tan brillantes como tú y tu reducido y perfecto mundo.
Me fuiste a dejar a mi casa, tú cantando por el largo camino alegremente en el auto y yo sosteniendo un pegajoso ramo de flores. No estaba feliz de volver a mi hogar, quería sentir por siempre esa calidez, pero por lo menos traía un pedacito de tu corazón conmigo, y creo que se me olvidó devolvértelo.
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