Francisca Campos, 3º Medio
Una tarde, mi familia estaba conversando, y hablaron de los dinosaurios que se encontraban en la Arena. Yo, los escuchaba con total fascinación, era una niña que le encantaban los dinosaurios. Entonces, un sábado en la tarde fuimos, y entramos a aquel inmenso edificio, donde subimos unas escaleras, y llegamos a un lugar muy oscuro, lo que me puso alerta.
La oscuridad siempre me ha puesto así, en especial cuando intento dormir en mi pieza, y me quedo mirando al techo y hago lo posible por protegerme a través de mis sábanas y mi ejército de peluches, que se quedaban a mi lado para protegerme, y además siempre hice lo posible para que todos se sintieran incluidos y no se ofendieran si alguien quedaba fuera de mi cama.
Caminaba tomada de la mano de mis padres, y vi a esas grandes criaturas, que rugían y movían sus cuellos monótonamente, de diversos tamaños pero aun así más grandes que yo, las cuales estaban iluminadas por focos con luces de colores y acompañados de plantas, árboles y rocas, para decorar aquel ambiente del Jurásico. Del impacto que aquello me causó, intenté huir, y caí al suelo y grité desesperada, me puse a llorar mirando a aquellos dinosaurios que sentía que venían hacia mí.
Mis papás se reían, ayudaron a levantarme y a que recuperara mi compostura. Yo al verlos, pensé que eran reales, y que de verdad me devorarían. Luego me percaté que aquellos seres se habrían extinguido hace millones de años, y que los que estaban en Puerto Montt, eran llamados “animatrónics”.
Otro fin de semana transcurrió, y les dije a mis padres que quería ir de nuevo, y así fue, y ese día que volvimos a la Arena, ellos me compraron unos dinosaurios de juguete. Ese día fui con una sonrisa, sabiendo que no moriría devorada, y también vi a un niño que le pasó lo mismo que a mí la primera vez que había ido, y en ese momento como que sentí lástima, pero también lo encontré gracioso. Ese fue un gran día para mí.
Fue pasando el tiempo, y ya había ido allí como cuatro veces.
Del momento que entré ahí, sentí que mi fascinación por los dinosaurios había aumentado, e incluso llegué a decir, que quería ser paleontóloga.
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