Fernanda Pizarro
Busqué en Instagram tu perfil, “es la media mina, tiene carada de pesada y ser hijita de papá” dije. Claramente me equivoqué. Llegó el día en que te conocí, te miré no cambié de opinión. La verdad, no me importabas, el tiempo pasaba y pasaba y al menos yo pensaba que para ti yo era invisible.
Un día me respondiste un estado de WhatsApp, ni idea de que, pero comenzamos a hablar. Más adelante me invitaste a estudiar química a tu casa, realmente me agradaste.
Pasó un poco más tiempo y me intentaste meter a tu circulo social, pero sinceramente no me agradaban, eran demasiado “agrandados” para su edad.
Tú tendrás tus motivos, te alejaste de ellos y te empezaste a juntar más conmigo. Nos hicimos muy yunta. Nos hicimos muy buena compañía entre septiembre a noviembre de 2019.
En diciembre volviste a juntarte con el grupito que me caía mal, pero yo ya tenía claro que no encajaba ahí, que no eran mi onda, así que simplemente me alejé de ti, dejé que te vayas...
Emocionalmente creo que podía decir que hasta llegué a depender de ti, me hizo mucho daño que te alejaras tan repentinamente porque sentí me que me ocupaste para pasar el rato cuando tus amiguitos te excluyeron. No hablamos ni una sola palabra desde diciembre 2019 hasta mayo o junio del 2020, hasta cuando por cosas de la vida, decidimos hacer un trabajo de lenguaje juntas. La verdad para mi solo era un trabajo, no tenía intensiones de volver a ser tu amiga.
El trabajo que debíamos hacer, debíamos hacer una obra de teatro con peluches, así que decidimos juntarnos con mascarilla en un parque, ya que estábamos en la parte en la que a todos nos aterraba el covid. Recuerdo que ese día hacía tanto frio, que me quedé sin manos, pero también recuerdo que volvimos a conectar como lo habíamos hecho e incluso mejor antes, volvimos a reír y olvidar que los dramas de nuestras vidas existían.
Luego de eso, por la pandemia no nos podíamos juntar, pero desde aquel día, no existe ni un solo día hasta el día de hoy donde no hayamos hablado.
Volví a tenerte como amiga, hacíamos tonteras por llamada, nos contábamos los problemas de cada una, empezamos a construir una muy linda amistad.
En octubre, empezamos a salir en persona, a trotar, comer un helado, a conversar ya chatas de tenerlo que hacer siempre por una pantalla.
Me acuerdo que a finales del 2020, tuviste un momento de guerra, se te vino en mundo encima y no sabía cómo ayudarte. Lo único que quería era que sonrieras, que no estes mal, quería hacerte reír de nuevo porque sentía que, si tu estabas mal, yo también lo estaba, porque eras y eres un pilar tan fundamental en mi vida, que no me gustaba verte mal. Cada vez que te caías me gustaba estar ahí, como tú que estabas ahí cada vez que yo me caía
Pasó el tiempo, llegó el verano, no había día en el que no salgamos, hasta que llegamos a marzo, y de sorpresa (ya que nadie lo esperaba) tuvimos que volver a las clases presenciales.
Sentí miedo de que nos vayamos a separar otra vez, pero seguimos siendo igual e incluso cada vez mejores amigas. Empezamos a desarrollar aún más confianza, podíamos hablar de todo, y cuando digo todo, es TODO.
Luego saltamos a otro nivel, la telepatía. Increíblemente podíamos pensar lo mismo al mismo tiempo, o mirar algo, mirarnos nosotras y saber que pensaba la otra. Siempre me acuerdo que una de nuestras amigas pasó caminando, y las dos sin decir ni una sola palabra, pensamos lo mismo de ella, nos hicimos exactamente la misma pregunta en la mente y solo con una mirada lo sabíamos.
Me acuerdo un día que me ayudaste a pararme, estábamos de vacaciones juntas solo tú y yo, y se murió mi Dokito, mi bebé, mi hijo. Lo llevaron al veterinario y mi mamá me hizo videollamada para despedirme de él ya que lo iban a dormir, y ahí estabas tú. Estábamos ambas sentadas a la orilla del mar un día bastante gris, que de gris se tornaba a negro. Lloré, lloraste, lloramos juntas, éramos una. Esa noche me compraste chocolates, y vimos grey’s anatomy a pesar de que no te gustaba, solo para subirme algo el ánimo.
Tuvimos un tan buen 2021 en sentido de amistad, jamás peleamos o discutimos. A lo más nos molestábamos por las decisiones tontas que tomaba la otra.
Creo que el término de media naranja nos queda chico, eres como mi alma gemela o más. No necesitas ser nadie para ser mi otra mitad, no tienes que fingir o ser alguien que no eres, porque seas como seas, cambies o sigas igual, siempre serás mi otra mitad.
En mi vida, el concepto de familia es muy importante, yo soy feliz estando con la gente que considero mi familia, y tu eres parte de ella. Quiero que entremos a la universidad, seamos colegas, seamos amigas, hermanas, novias, mamás juntas, no quiero separarme de ti nunca porque siento que nunca más podré conectar con alguien de la manera en la que conecto contigo.
A pesar de que cada una tenga su vida, sus parejas, como decimos nosotras siempre seguiremos siendo pololas, tomemos el camino que tomemos.
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