Coraza
- Admin
- 11 jun 2022
- 2 Min. de lectura
Ignacia Díaz
Ella no ama. Ella es amada, pero no ama. O eso quiere creer.
Le da miedo amar. Le aterra exponerse y salir dañada. Sí es capaz de amar, pero su fobia es más poderosa. Prefiere amar de lejos, sin ser vista. Guarda sus sentimientos el tiempo que sea necesario. Los desvía y expresa de maneras distintas: cantando, tocando instrumentos, escuchando otras historias, rellenando el vacío con escenarios en su cabeza.
Ella está siendo amada, pero no lo puede reciprocar porque ella no ama. En realidad, ella no quiere que la amen. Porque si la aman, cree que la van a odiar. Si alguien se acerca a ella, va a salir huyendo. Si la miran a los ojos, no van a poder soportar su mirada.
Por esta razón ella ha roto muchos corazones antes, y con eso ha ido perdiendo partes de sí misma. De todas maneras, está acostumbrada. Es más de lo mismo. Su armadura está compuesta de egoísmo y falta de empatía, sus armas de frialdad e indiferencia.
Por eso ella cree que ama a otra persona. Alguien que probablemente apenas sabe de su existencia. Y de esta forma ella se siente segura. No sufre por sus sentimientos no correspondidos, de hecho siente alivio. Es fácil admirar de lejos y no complicarse por dilemas clásicos como ir en busca de alguien para recibir su atención. Ella no quiere atención.
Ella se dio cuenta de que no siente de manera similar a los demás. No es tan intensa ni dedicada. No se encariña ni siente tanta empatía. Ella es cuidadosa, mantiene su distancia. No comparte ni confía, como un cura recibiendo confesiones; escucha tus más profundos pensamientos, problemas y deseos, sin dar nada a cambio. Ella se siente rota, y quiere ser como los demás. Siente celos de las personas que sienten y no temen sentir, esas que aman sin tener miedo de ser desarmadas, y que si sufren algún daño simplemente lo reparan. Ella no se ha dado cuenta de que su corazón sí tiene reparo.
Ella le rompió el corazón a la persona que la amaba. En realidad no le importó perderla. Ella está acostumbrada. Y ella había sido herida. Se siente como si hubiera sacado un gran peso de su espalda. Ahora es libre. No era feliz, y todavía no lo es, pero dejar de mirar hacia atrás le permite poner su concentración en lo que tiene hacia el frente. Lo que ella no sabe es que cada pérdida le dejó una herida, y el sangrado nunca paró. Necesita ser curada por alguien que no se vaya. Anhela algo estable, no necesariamente un romance, pero sí alguien que no la deje por nada del mundo. Pero para ella querer y perder son palabras indexadas.
Desde hace poco su mentalidad empezó a cambiar. Pareciera que ella quiere ser amada. No fue un cambio interno, su esencia es la misma. Su tristeza y miedo no se han ido. Pero cree que alguien puede ayudarla a ahuyentarlos. Los materiales están, solo falta alguien que sea capaz de manipularlos y pedazo por pedazo ayudarla a ser quien realmente es. Y ahora hay personas tocando la puerta de entrada. Son golpes suaves pero constantes y con ritmo estable.
Ella está empezando a amar.
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